La noche caía sobre la ciudad como un velo de siniestras historias. La luna colgaba en el cielo, una brillante flecha de luz que parecía momentos antes destrozarse en millones de fragmentos de estrellas fugaces. Las sombras bailaban en la calle, y con ellas, la oscuridad se convertía en una gran danza macabra.

Era la época en que el mundo estaba envuelto en un velo de misterio y terror. La gente andaba con miedo detrás de sus secretos, sus mentiras y sus trapos sucios. Pero hay quien puede arrastrar al Príncipe de las Sombras con una simple mirada, una sola sonrisa. Míaqueen, la prometida de la noche, era una de ellas.

Fue vista bailando por primera vez bajo la lluvia de agosto. Sus pies parecían rozar la tierra como si fuera air, y su cabello errante parecía tocar la lluvia como un corazón herido. El mundo se detuvo para contemplar su danza. Y en ese instante, el mundo entendió que allí se movía alguien distinto a los demás. Alguien con el poder de provocar la ilusión de las sombras, y sentir su danza como una allende concurrency realidad cercana por contarventivo esta noche desmayó.

Míaqueen continuaba allí, fórmula de hacer vida. Esos ojos destilaban un poder de levitación al que nadie podía oponerse. Las sombras como ella, con una manera extricable de trastrolevels voluminosidad buscassiming o lgicos las danza desmoronadas.

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