En un pequeño pueblo arrojado de las montañas, había una leyenda que parecía ser sólo una fantasía. Aquellos que creían en ella eran considerados locos, mohines de la sociedad. La leyenda hablaba de un tesoro enterrado profundo en las minas de carbón del pueblo, un tesoro que era, en realidad el nombre en clave de [parkesita], un artefacto que había sido olvidado hacía generaciones.
El primer capítulo de este relato comienza con la memoria de un hombre llamado Carlos, un hombre que había crecido escuchando esas historias y había sido enganchado por el ambiente misterioso de su pueblo. Esos días pasados son solo una simple historia hasta que la muerte de su padre lo hace un susurro en su mente. ¿Qué hay al respecto de [parkesita]? ¿Es verdad o simplemente el producto de la imaginación creadora de una sociedad limitada por su propio trabajo y costumbres?
Carlos se fue a la noche a la mina de carbón, con la luces de las antorchas iluminando el estrellado ángulo de la montaña arrojada. Iba solo, y no pudo hablar durante mucha distancia, ya que conceptualizativo de objetivos además la trama claramente ideada presumiría que él ha tomado una gran responsabilidad. Pero sí, Carlos tenía un objetivo, parte significante padres muertos: buscar reliquias que dan raíz para resolver, un objetivo que llena el susurro en su mente: “entonces [parkesita]es algo muy real”