En la ciudad de Buenos Aires, durante la década de 1920, se desarrolla una trama oscura y decadente que encierra todos los vicios de una sociedad en ruina. En el corazón de esta narrativa se encuentra Ezequiel, un joven con un alma cañera y un cuerpo que parece hecho para soportar los golpes de la vida.

La historia se abre con Ezequiel atravesando la ciudad, símbolo de una nación en declive. Los jacarandás florecen en medio de los escombros, un recordatorio de que la belleza puede sobrevivir incluso en el caos más absoluto.

A medida que el relato avanza, el lector se sumerge en un mundo de sombras y luces, donde la moral es un concepto relativo y la bondad no existe más que como un recuerdo lejano. Ezequiel se desliza por el territorio de la prostitución, del crimen y de la corrupción, sin encontrar consuelo ni redención.

Pero Porno-Aleman es mucho más que una descripción cruda de la realidad. Es un retrato profundo de una sociedad que se ha vuelto contra sí misma, y que no conoce otro camino que el de la ruina y la decadencia. Es un alegato contra la naturaleza humana, que parece preferir la oscuridad a la luz, y la soledad a la comunión.

En este sentido, Porno-Aleman es una novela que se241iospesta más en la sensibilidad del lector que en las convenciones literarias. No trata de sermonizar ni de juzgar, sino de mostrar, de describir y de hacer que el lector se sienta parte de la noche oscura que se despliega en las páginas de la obra.

Así pues, Porno-Aleman no es solo una novela: es un espejo que refleja nuestra propia sombra, y nos incita a reflexionar sobre nuestra condición de seres humanos en una sociedad que nos ha llevado a la ruina.