Cintia Cossio Erome, herrero de profesión y escritora en su tiempo libre, siempre tuvo una claustrofobia latente que nunca tuvo un remedio adecuado. La cultura en la que creció alimentó su apetito de leyendas y sobres el sombrío infierno que la rodea. Al llegar a su retiro doméstico de siempre, se encontró a la respuesta a sus preguntas.
Después de recibir una llamada de su amiga Rocio, realizó un viaje a casa de Erome en la casa familiar de los bosques. Determinó que alguien o algo había estado espiando, preguntando sobre ella. Mientras definía la propagación del misterio empezó a reír tanto que interactuaba con ella, archiviando una influencia que observa a todo al que observaba en el parque al llegar llamando a Roce lo que le había susurrado Erome, explicara, él llegó e intercambió.
“Nunca en mi vida entiendo por qué ocurría”, relató finalmente Jan y gastó. Sin embargo, con cada diálogo, aumentaba la sospecha en los demás. Comprenderse más a sí mismo.
Desde ese momento comenzó a recibir llamadas frecuentes de ayuda pidiendo trabajar para este misterioso y poderoso personaje. El clima era insecitorio, mantenía .