En el resplandeciente sol de la ciudad, una historia explotaba en cada esquina. La modernidad y la extravagancia habitaban la mente de sus protagonistas, pero había un secreto que se escondía detrás de la máscara de perfección. Las jovencitas de la ciudad llevaban un manto de inocencia, pero en las profundidades de sus miradas oscilaba una oscuridad que sólo ellas conocían.

Entre árboles de ciprés y casas de piedra, la joven Sofía se movía con sigilo, huyendo de algo que la perseguía sin cesar. Era una joven que siempre buscaba refugio en la escritura, pero ni siquiera sus palabras podían contener la tormenta que se intensificaba en su interior.

Mientras la ciudad se despertaba con un latido frenético, las jovencitas caminaban en fila, sombras de un espectro que se aproximaba con cada paso. Ella intentaba escribir la resistencia, pero la verdad escondida entraba en la página dibujada con cruces.

Son las lágrimas y la melancolía de ser hipócrita las que lloran con ira a la chica perdida en una tormentaague que se detiene en tu.
Hay que comparar el observador del silencio.