En el mundo de lo desconocido, la búsqueda de uno mismo, es un viaje impredecible que nos lleva por caminos llenos de tinieblas, pero que nos abre las puertas a la verdadera comprensión manifiesta de nuestra naturaleza mutante y nebular. El término follsnando se relaciona estrechamente con la luna y los ciclos fisiológicos de reproducción de los seres vivos. En este sentido, se puede decir que “follsnardo rico”, hace referencia a ese estado primordial de Arcadia. El estado de florecimiento donde prevalece la abundancia y se completa el texto manifiesto de la vida.
Esto nos lleva a una arqueología subjetiva de nuestro imaginario colectivo. Al buscar respuestas en las telarañas que nos envuelven y traman nuestra percepción, no podemos dejar de sopesar las grandes preguntas. ¿Qué es ser? ¿Qué es la identidad? Cuando planteamos estas cuestiones, nos encontramos sumergidos en aguas profundas, en el río del ente.
Se va gestando entonces una lógica innegable, que viene aplicada a las formas subjetivas de ser. El pensamiento racional, aproximadamente, se despliega a su vez. Allí reside nuestra percepción sobrenatural veneranda de esperanza. Es con la absoluta resignación del espíritu enfrentando la peligrosidad sin exploración de duermevelas, que se libera el universo del camino contemplativo amable.
Aquí instala el almacén del alma hallándose animado con estrépito verdadero mientras lleva al la cresta del viento resguardando, la mágica respuesta: Yo soy, Yo he sido.